(versión de El zoo de cristal, de Tenessee Williams)
x Sol Echevarría
La primera escena de El zoo de cristal, comienza cuando el protagonista vestido de marinero prende cigarrillo y le dice al público: “Como es una comedia de recuerdos, hay poca luz, es sentimental, no es realista. En la memoria, todo parece acontecer con música. Ello explica el violín que se oye, entre bastidores. Yo soy el narrador de la comedia y también uno de sus personajes. Los otros son mi madre Amanda, mi hermana Laura y un candidato matrimonial que aparece en las escenas finales”. A diferencia de esta obra, la versión de Romina Paula comienza sin preámbulos con la canción “No hay nada más difícil que vivir sin ti”, de Marco Antonio Solís, que Antonia (Pilar Gamboa) y su hermano (Esteban Bigliardi) bailan. Si El zoo de cristal cuenta el abandono del hermano, narrado desde su perspectiva como recuerdo, esta canción anticipa de alguna manera el viraje que hace la obra de Romina Paula respecto a Tenesse Williams: la que ahora narra y recuerda es ella. Esta canción se expande por el aire al principio y al final de la obra, cuando Antonia llora desconsolada tras enterarse de que su hermano se quiere ir a vivir a España.
Algunos conflictos y roles prevalecen pese a que no haya ni una sola línea en común con el original del dramaturgo norteamericano. También varios elementos aparecen de manera trastocada. Por ejemplo, el personaje de la hermana no hace taquigrafía sino que teclea en la computadora. Las piezas de cristal son reemplazadas por miniaturas de plástico y una rana títere. El cuadro del padre que cuelga de la pared es el retrato del padre, no ya de ella como en El zoo de cristal, sino de la pintora mexicana Frida Kahlo. Este es el modelo femenino que se establece. Constantemente se hace alusión a su obra y a su vida. Este cuadro, muestra la imagen del hombre pintado al lado de su cámara de fotos. Acostumbrada a ser retratada por su cámara, Frida invierte la ecuación al apropiarse de la imagen del recuerdo (cuando lo pinta, su padre ya había muerto), al igual que lo hace Antonia en esta obra. También, como en sus autorretratos, se expone y problematiza el vínculo entre adentro y afuera.
Frente al modelo trabajador de su madre, sostén de la familia, Antonia decide dedicarse al ocio. De una manera pasiva, ella se enfrenta a todo. Detesta la superficialidad de los vínculos sociales. Habla incluso de lo ridículo que le parece la idea de viajar, porque no es la manera de conocer lugares. Ni siquiera quiere salir de su casa, no porque sea una mujer tullida o impedida por alguna razón externa, sino porque no quiere. Podría decirse que el “preferiría no hacerlo” de Bartleby, el escribiente es encarnado en su discurso por momentos nihilista. Es alguien que decide salir del sistema de producción, y por ende de la sociedad que lo sostiene, y tiene un discurso consolidado al respecto. Tan fuerte es su palabra, que constantemente se confronta con la de su madre (Susana Pampín), dando como resultado momentos de alta tensión.
La madre es una mujer independiente, moderna y jovial que tiene una personalidad fuerte. Lorenzo, el hermano, en cambio, no. Mientras ellas hablan, discuten y toman decisiones, él se sumerge en su lectura de Moby Dick, cuyo autor, Melville, es también el de Bartleby. El universo femenino que lo rodea, lo oprime. Por eso encuentra en la huida su única posibilidad. El otro hombre que aparece en escena es Maximiliano (Esteban Lamothe), el pretendiente, aparecerá para cuestionar algunos supuestos. Es en el diálogo con éste donde se exacerba una crítica a la sociedad con todas sus contradicciones ya que opera como contrapunto. Él es un chico de barrio que trabaja en una pizzería y en sus ratos libres se junta con amigos.
En la didascalia del primer acto de El zoo de cristal se explica: “El escenario es el recuerdo y por lo tanto no es realista. El recuerdo permite muchas licencias poéticas. Omite algunos detalles, otros se exageran, según el valor sentimental de los objetos que toca, ya que la memoria radica preferentemente en el corazón. Por eso, el interior es bastante oscuro y poético”. En la obra de Romina Paula el ambiente no es realista, es un cubo rodeado por caños que delimitan el departamento. La escenografía, diseñada por Alicia Leloutre y Matías Sendón permite ver como se comunican los espacios, pero los delimita simbólicamente. Tampoco el tiempo es realista, ya que los personajes entran y salen, se cambian de ropa, sin que se sepa cuánto tiempo transcurre entre una cosa y otra. La obra no tiene apagones, su tiempo está todo entero.
FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Elenco: Pilar Gamboa, Susana Pampín, Esteban Bigliardi y Esteban Lamothe
Espacio: Alicia Leloutre y Matías Sendón
Luz: Matías Sendón
Sonido: Ignacio Bouquet
Asistencia: Leandro Orellano
Dirección: Romina Paula
Espacio Callejón - Humahuaca 3759 – Tel: 4862-1167
Miércoles 21 hs.
Localidades: $ 35.-
Algunos conflictos y roles prevalecen pese a que no haya ni una sola línea en común con el original del dramaturgo norteamericano. También varios elementos aparecen de manera trastocada. Por ejemplo, el personaje de la hermana no hace taquigrafía sino que teclea en la computadora. Las piezas de cristal son reemplazadas por miniaturas de plástico y una rana títere. El cuadro del padre que cuelga de la pared es el retrato del padre, no ya de ella como en El zoo de cristal, sino de la pintora mexicana Frida Kahlo. Este es el modelo femenino que se establece. Constantemente se hace alusión a su obra y a su vida. Este cuadro, muestra la imagen del hombre pintado al lado de su cámara de fotos. Acostumbrada a ser retratada por su cámara, Frida invierte la ecuación al apropiarse de la imagen del recuerdo (cuando lo pinta, su padre ya había muerto), al igual que lo hace Antonia en esta obra. También, como en sus autorretratos, se expone y problematiza el vínculo entre adentro y afuera.
Frente al modelo trabajador de su madre, sostén de la familia, Antonia decide dedicarse al ocio. De una manera pasiva, ella se enfrenta a todo. Detesta la superficialidad de los vínculos sociales. Habla incluso de lo ridículo que le parece la idea de viajar, porque no es la manera de conocer lugares. Ni siquiera quiere salir de su casa, no porque sea una mujer tullida o impedida por alguna razón externa, sino porque no quiere. Podría decirse que el “preferiría no hacerlo” de Bartleby, el escribiente es encarnado en su discurso por momentos nihilista. Es alguien que decide salir del sistema de producción, y por ende de la sociedad que lo sostiene, y tiene un discurso consolidado al respecto. Tan fuerte es su palabra, que constantemente se confronta con la de su madre (Susana Pampín), dando como resultado momentos de alta tensión.
La madre es una mujer independiente, moderna y jovial que tiene una personalidad fuerte. Lorenzo, el hermano, en cambio, no. Mientras ellas hablan, discuten y toman decisiones, él se sumerge en su lectura de Moby Dick, cuyo autor, Melville, es también el de Bartleby. El universo femenino que lo rodea, lo oprime. Por eso encuentra en la huida su única posibilidad. El otro hombre que aparece en escena es Maximiliano (Esteban Lamothe), el pretendiente, aparecerá para cuestionar algunos supuestos. Es en el diálogo con éste donde se exacerba una crítica a la sociedad con todas sus contradicciones ya que opera como contrapunto. Él es un chico de barrio que trabaja en una pizzería y en sus ratos libres se junta con amigos.
En la didascalia del primer acto de El zoo de cristal se explica: “El escenario es el recuerdo y por lo tanto no es realista. El recuerdo permite muchas licencias poéticas. Omite algunos detalles, otros se exageran, según el valor sentimental de los objetos que toca, ya que la memoria radica preferentemente en el corazón. Por eso, el interior es bastante oscuro y poético”. En la obra de Romina Paula el ambiente no es realista, es un cubo rodeado por caños que delimitan el departamento. La escenografía, diseñada por Alicia Leloutre y Matías Sendón permite ver como se comunican los espacios, pero los delimita simbólicamente. Tampoco el tiempo es realista, ya que los personajes entran y salen, se cambian de ropa, sin que se sepa cuánto tiempo transcurre entre una cosa y otra. La obra no tiene apagones, su tiempo está todo entero.
FICHA TÉCNICO-ARTÍSTICA
Elenco: Pilar Gamboa, Susana Pampín, Esteban Bigliardi y Esteban Lamothe
Espacio: Alicia Leloutre y Matías Sendón
Luz: Matías Sendón
Sonido: Ignacio Bouquet
Asistencia: Leandro Orellano
Dirección: Romina Paula
Espacio Callejón - Humahuaca 3759 – Tel: 4862-1167
Miércoles 21 hs.
Localidades: $ 35.-