El dinero no es nuestro dios



Saturnalia. Dramaturgia y dirección de Gael Policano Rossi.

x Martín Villagarcía


A un año de estrenar un primer work in progress en el Festival El Porvenir 2012 de teatro Sub 30, Gael Policano Rossi estrena Saturnalia, su ópera prima como director de teatro. Descrita como “un drama esotérico en 5 actos”, la obra narra la reunión de una familia de magos en pos de realizar una predicción para los hombres de la bolsa, en la que no sólo la magia pasa a ser bien de una economía de intercambio, sino también los vínculos familiares.

Saturnalia comienza con el canto de sirena de Magdalena (Julián López) a sus tres hijos para que regresen al hogar familiar. El primero en llegar es Cardigan (Andrés Passeri), el hijo mayor, tiempo después de haber huido con la fortuna familiar para hacer negocios con la magia en Perú. A continuación llegan Ringo (Cristian Scotton), el hijo del medio y Mississippi (Bárbara Massó), la hija menor, cerrando así un primer triángulo de poderes e intereses. En el momento inicial, lo que está puesto en cuestión no es tanto el por qué de la tertulia, sino cuánto dinero hay de por medio, puesto que la suma debe estar a la altura de tres necesidades muy distintas. La discusión llega a su fin con la entrada de Magdalena, acompañada por Dino (Martín Wollmann), el criado; momento en el que se revela la próxima llegada de los economistas para pedir un calendario anual de predicciones con el fin de torcer el destino a su favor.

Si bien el fin de contar con el apoyo de sus hijos es para manejar mejor la energía oscura que mueve el dinero, todos los miembros de la familia se ven afectados por su fuerza. Principalmente Mississippi, que es quien tiene la mayor sensibilidad, tanto para el dinero (puesto que es la más endeudada de los tres hermanos), como para la magia. El chivo expiatorio termina siendo Juana Sinclair (Paula Baró), invitada a la saturnalia en busca del mismo dinero que todos desean.

Lo que Saturnalia pone en discusión no es el estatuto de verdad de la magia (que no está puesto en duda en ningún momento), sino el del dinero, que se revela como una tabula rasa esperando ser llenada por el deseo de quien lo porta. Por otro lado, hay algo del orden de lo femenino que se pone en cuestión, siendo por un lado la madre interpretada por un actor varón y cargando al personaje de la hija con todo el peso de los acontecimientos.

Con una sintaxis por momentos similar a la de los films de David Lynch, la obra transcurre a medio camino entre la realidad y la fantasía (que nunca equivale a mentira), bajo una atmósfera excelentemente lograda por la puesta en escena y, sobre todo, por el trabajo con la iluminación y la música de Gonzalo Pastrana, que vuelven epifánico cada momento de clímax.



ENTREVISTA a Gael Policano Rossi.

¿Cual te parece que es la relación entre la magia y el teatro?

La relación entre la magia y el teatro para mí es absolutamente intrínseca. Magia o ilusionismo y teatro o ritual (o poesía también) componen este lugar donde los símbolos percuten sobre la significación y en lo posible sucede lo imposible; magia y rito porque está el que mira y el que oficia, hasta incluso hay en el teatro momentos de transubstanciación; se produce una purificación por medio de la palabra (y de la ¡repetición! de la palabra) como en un sortilegio o en una misa. Sumo a la magia la religión y el sentimiento religioso en la fé de los actores, especialmente.
Creo que esta pregunta es lo que traté de dilucidar cuando se hizo la obra: todas las respuestas o hipótesis para responder esa pregunta (incluso si eran contradictorias entre sí) permitieron que se me configure ese terreno de “el ritual”, pero no en un sentido histórico de “aquel ritual que era así o asá”, sino en un sentido mucho más cercano, personal y artesanal.

¿Por qué elegiste a un actor hombre para interpretar al personaje de Magdalena?

Que un actor varón interprete el papel de la madre es una más de las tantas convenciones que se aceptan en el pacto con el espectador en la sala de teatro. No es condicional de la obra escrita esto: es una decisión de ésta puesta en escena en particular, responde a estas necesidades y a este momento en que se hizo. En un sentido más “orgánico”, cuando escribí la voz del personaje de la madre bien podría ser una bruja bigotuda con voz portentosa y fue inmediato cuando escuché a Julián López leer el papel tomar la decisión de que él lo interprete.

¿Por qué te parece que el dinero mueve energías tan negativas?

El dinero nunca es suficiente, ahí ya tenemos un drama. Sería bueno pensar la carga kármica que tiene o no un billete que pasó de mano en mano y si a veces no te cae un billete maldito y te caga la vida.
En general pienso que el dinero está endiosado o demonizado, más en Argentina en este momento, y como preocupación constante en este momento social donde está en crisis la idea de “valor” (subas, bajas, deudas, redistribuciones, luchas de sentido alrededor de quién valoriza, cotizaciones paralelas, la moneda nacional y el símbolo patrio, por nombrar algunas pugnas): ese billete, que tiene la carita de un prócer, que no vale nada, que “dice” que “vale” una suma, un numerito en una relación tiempo-trabajo humano-papelitos me resulta una incógnita impresionante, artificiosa y tremendamente conflictiva. Más si te falta. Más si no te alcanza lo que ya tenés y más aún si no podés parar de querer más.

¿Saturnalia es parte de un proyecto más grande o es una obra autónoma?

Como obra es autónoma. Me gustaría filmar una película con los actores, me quedé con ganas de seguir escribiendo y trabajando con ellos y jugar un poco más.

¿Cuáles fueron tus influencias a la hora de hacer la dramaturgia de la obra?

La principal influencia que puedo reconocer es haber trabajado de tarotista en una santería en el barrio de Belgrano durante 2010: las preguntas que me hacían y las preocupaciones de las personas en ese momento me llenaron de imágenes y pensamientos que no pude evitar terminar escribiendo.
Después trabajé mi indagación sobre estos materiales: un libro de 1916 muy especial que se llama Las 36 situaciones dramáticas de Georges Polti (y la controversia que retoma Étienne Souriau con Les Deux Cent Mille Situations dramatiques); El ángel exterminador de Buñuel, que nunca la había visto, y la vi cuando empecé a escribir la obra y no dudo que me trastornó de tal modo que jamás hubiera salido esta obra de este modo si no fuera por esa peli, casi de un modo ‘condicionante’; y La gaviota de Anton Chejov, por supuesto.

Ficha técnico artística
Dramaturgia: Gael Policano Rossi
Actúan: Paula Baró, Julián López, Bárbara Massó, Andrés Passeri, Cristian Scotton, Martín Wollmann
Músicos: Gonzalo Pastrana
Vestuario: Federico Castellón Arrieta
Escenografía: Grupo Capicúa
Iluminación: Maruja Bustamante
Realización de dispositivos lumínicos: Mariano Arrigoni
Fotografía: Rodrigo Tubio
Asistencia de dirección: Luciana Cantisani
Productor asociado: María Solari

Dirección: Gael Policano Rossi